
https://revistas.unan.edu.ni/index.php/Multiensayo
DOI: https://doi.org/10.5377/multiensayos.v11i22.20841
Denis Javier Gudiel Gudiel
Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Centro Universitario Regional de Chontales. UNAN-Managua/CUR-Chontales, Nicaragua.
https://orcid.org/0000-0003-4609-3452
denis.gudiel@unan.edu.ni
19/06/2025
10/07/2025
En el ámbito educativo, múltiples temáticas invitan a la reflexión crítica, siendo el impacto de la sociedad del conocimiento una de las más relevantes. El presente ensayo argumentativo aborda dos preguntas fundamentales dentro de este contexto: ¿La educación actual permite fortalecer el vínculo del estudiantado con la sociedad? y ¿Qué desafíos representa la sociedad del conocimiento para el futuro formativo en Nicaragua? Para ello, se analizan algunas perspectivas teóricas influyentes sobre la educación y se construye un posicionamiento que articula dichas visiones con los desafíos y oportunidades que plantea dicha sociedad. Se reconoce que ambas interrogantes son de carácter amplio y pueden abordarse desde diversos puntos de vista, lo que invita a una reflexión abierta más que a respuestas definitivas. Finalmente, se ofrece un razonamiento sobre la realidad educativa en Nicaragua, especialmente en relación con los avances educativos y limitaciones frente a las preguntas planteadas.
Conocimiento; desafíos; educación; reflexión; sociedad.
In the educational field, multiple topics invite critical reflection, with the impact of the knowledge society being one of the most relevant. This argumentative essay addresses two fundamental questions within this context: Does current education allow for strengthening the bond between students and society? And what challenges does the knowledge society represent for the future of education in Nicaragua? To this end, several influential theoretical perspectives on education are analyzed and a position paper is constructed that articulates these visions with the challenges and opportunities posed by this society. It is recognized that both questions are broad and can be approached from various perspectives, which invites open reflection rather than definitive answers. Finally, a discussion of the educational reality in Nicaragua is offered, especially in relation to educational advances and limitations in addressing the questions posed.
Knowledge; challenges; education; reflection; society.
A lo largo de la historia, el ser humano se ha interesado en aprender del mundo que le rodea y a utilizar esos conocimientos para transformar las realidades que le acontecen. Esto ha permitido que en la actualidad la educación siga siendo uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de las sociedades. Sin embargo, a medida que las sociedades evolucionan, también lo hacen las demandas hacia los sistemas educativos, especialmente en el contexto de la sociedad del conocimiento.
La educación como se conoce ha sufrido una evolución constante debido a las presiones ejercidas por esa sociedad. Franco y Requeiro (2017) argumentan que esta surge de la necesidad de englobar los diferentes cambios vinculados al impacto de las tecnologías relacionadas con la generación y transformación del conocimiento. Por su parte, Serna y otros (2015) advierten que los modelos educativos tradicionales no logran responder de manera efectiva a las nuevas exigencias, lo que genera una brecha en la formación que se imparte y las necesidades sociales emergentes.
En este escenario, las instituciones educativas están llamadas a jugar un papel crucial, no solo en la producción y difusión del conocimiento, sino también en la promoción de una integración social que supere el asistencialismo. Mendoza y otros (2023) destacan que los esfuerzos institucionales deben enfocarse en generar vínculos entre el estudiantado y los diversos niveles sociales, más allá del simple acceso laboral. Esto implica que las instituciones educativas deban adaptarse a esa realidad y fomentar una educación inclusiva que permita al alumnado no solo a acceder a la información, sino también desarrollar las habilidades necesarias para participar de manera activa en esta sociedad cada vez más globalizada.
La revisión de las teorías de pensadores como Dewey, Illich y Freire ofrece una perspectiva crítica que resalta la importancia de una educación centrada en el estudiante, conectada con la sociedad y capaz de promover una transformación social. Este enfoque cobra especial relevancia en un contexto en el que el acceso a la información ha modificado sustancialmente la dinámica del aprendizaje. En la realidad educativa nicaragüense, esto plantea interrogantes fundamentales de cómo los estudiantes pueden integrarse de manera efectiva a la sociedad del conocimiento. El acceso al conocimiento, la alfabetización digital, la equidad educativa y la inserción social se presentan como elementos clave, puesto que son factores determinantes para la formación ciudadana crítica y participativa.
En este marco, este ensayo se estructura como una reflexión argumentativa centrada en dos preguntas: ¿La educación actual permite fortalecer el vínculo del estudiantado con la sociedad? y ¿Qué desafíos representa la sociedad del conocimiento para el futuro formativo en Nicaragua? El objetivo central perseguido es analizar como la educación en Nicaragua se enfrenta a los desafíos que plantea la sociedad del conocimiento. Para ello, se ha llevado a cabo una revisión teórica y análisis contextual cualitativo relacionado con ambas cuestiones. Se sustenta que los cambios educativos en Nicaragua están encaminados en dar respuesta a las demandas sociales y a la formación integral del alumnado.
Es común referirse a la educación como el conjunto de conocimientos orientados al aprendizaje y formación del estudiantado para la vida y la sociedad. No obstante, poco se reflexiona sobre cuestiones específicas relacionadas con el ámbito y contexto educativo. Aquellas que son realmente significativas para dar respuesta a las demandas sociales actuales. En este sentido, resulta importante la educación crítica.
Para Martínez y otros (2025) este tipo de educación busca cuestionar las prácticas de enseñanza tradicionales, promoviendo a su vez, un enfoque de aprendizaje que responda a las realidades sociales del estudiantado. Esto permite que el alumnado no solo adquiera conocimientos, sino que propicia la transformación social desde la educación.
En el presente apartado, se abordan los fundamentos que tratan de dar respuesta a las interrogantes planteadas en este ensayo. El posicionamiento usado corresponde a la educación crítica, puesto que los argumentos propuestos por el autor buscan la transformación de las perspectivas educativas, reflejando a su vez el contexto próximo en el que se ve vinculado.
Modelos educativos de Dewey, Illich y Freire
En algún punto de la vida, todo docente ha escuchado hablar de las escuelas tradicionales, en las que el profesor se planta en el aula de clases e imparte los conocimientos que, para él, formarán para la vida al estudiantado. No obstante, se sabe que la educación no es solo informar, instruir o transmitir saberes, sino que, tiene que surgir de una concepción que permita al ser humano dotarse de las herramientas necesarias para enfrentar una sociedad. Por consiguiente, la función del educador no es preparar a las personas para la vida, sino de guiar al alumno para que este forme parte en su formación para la inserción social.
Desde esta perspectiva resulta necesario combinar el aula de clases con la exposición del alumnado a la sociedad, debido a que no podemos enseñar algo que no vivimos, no sentimos y por ende no experimentamos. Unos de los pioneros de esta idea es Dewey, quien “sostenía una visión dinámica de la experiencia ya que constituía un asunto referido al intercambio de un ser vivo con su medio ambiente físico y social y no solamente un asunto de conocimiento” (Ruiz, 2013, p. 107). Se puede tomar la experiencia y el conocimiento como cuestiones que se complementan, por lo que asimilar el concepto de llevar la teoría a la práctica y aprender de la experiencia que genera este proceso son fundamentales, ya que es de aquí que se dilucida el método experimental del aprendizaje de este autor.
El modelo de la “Escuela Nueva” de Dewey se basó en la precariedad de los métodos de enseñanza de esos tiempos y del papel central que se le aducía al profesorado. Las críticas educativas que fomentó propiciaron un cambio en la idiosincrasia de la educación. Según Ahedo (2018) le cede el protagonismo al alumno en la educación, por lo que el docente tiene un papel secundario en ese proceso. Sirve de guía al estudiante para que seleccione las experiencias realmente significativas para su formación (p. 134). El profesorado no solo imparte conocimientos, sino que le concede al alumno parte de la responsabilidad de su formación (compartida), le deja conocerse, conocer el mundo y lo orienta a formar carácter para enfrentarse a la sociedad para la cual se está preparando.
En relación con esto, tenemos las aportaciones que realizó Illich, quien era fuerte crítico de lo que significaba la escolarización. Para este educador, no había mayor educación que la aportada en la sociedad y aquella que estaba institucionalizada, que respondía al globalismo de la certificación y preparaba al alumno para ser un consumista, no era del todo necesaria. Tales ideales lo llevaron a pensar radicalmente en la desescolarización de la educación.
Para Ilich (1974, citado por Zúñiga, 2003) era necesario:
Desescolarizar la sociedad y renunciar al estatus profesional de la enseñanza. Lo que se requiere es que la escuela enseñe a las personas a partir de lo que les agrada y de las aptitudes propias de cada ser humano y que fomente el intercambio de conocimientos y experiencias entre los que participan en una dinámica educativa, la cual debe ser abierta a todos los que componemos una sociedad determinada (p. 58).
Aunque la idea de desescolarizar no llama tanto la atención, interesa la relevancia que le da en llevar los conocimientos a la práctica en la sociedad y sobre todo la inclusión educativa de la población de todos los sectores sociales. Para Illich la educación no podía estar reservada para los ricos y debía tener presente a los pobres, además el intercambio de experiencias entre todos los personajes debía ser componente primordial. Una sociedad que escolariza la educación, que piensa que mientras más años estudien obtendrán una certificación que les dará un mejor nivel de vida y los va a favorecer más que los menos estudiados, pone en evidencia una gran desigualdad social.
Si bien es cierto que la escolarización de la que habla Illich es muy cerrada y busca la preparación del alumno para una sociedad globalizada, los cambios sociales que se dieron posteriormente a esas ideas, hicieron madurar su pensamiento, lo que hizo a este personaje cambiar hasta cierto punto de parecer, ya que en 1995 escribió “mientras mi crítica a la escolarización puede haber ayudado a mucha gente a reflexionar sobre los efectos colaterales no deseados de esta institución, ahora me doy cuenta que estaba ladrando al árbol equivocado” (Bruno-Jofré & Zaldívar, 2016, p. 66).
Otro educador que se enfocó en la desigualdad social que proveía la educación en ese entonces era Freire. Estaba en total desacuerdo en la injusticia del sistema educativo de favorecer a las altas elites y dejar por fuera al “oprimido”. Además, opinaba que la escuela, ni el profesorado pueden coexistir aislados de la sociedad, ya que forman parte de un servicio de la misma, no puede ser neutral y aunque esté inmerso dentro de un contexto social desigual, deberá ejercer un papel fundamental en el proceso de transformación social.
Una característica importante que cabe resaltar es la educación crítica a la que orientaba. Para ello, hacía uso de las concepciones éticas que debía tener él educando, donde no tenía que seguir el “nuevo orden mundial” del mercado, el cual responde siempre al lucro, sino aquellos reflejos naturales e indisolubles que tiene la educación bajo el modelo de enseñanza comprensiva y crítica. Así lo referencia Verdeja (2019) al citar a Freire al respecto a la práctica docente, considerando que no es más que la forma en cómo se lidia con los contenidos que se enseñan, es la disertación que se hace de los autores con los que se compaginan y los que no, en relación con la educación del alumnado.
Freire no denominaba a la educación tradicional como muchos otros los hacían, la categorizaba como concepción bancaria de la educación. Esta estaba mediada “por el acto narrativo de contenidos, es decir, es la relación discursiva del narrador que habla y dicta, y el sujeto que escucha pasivamente” (Freire, 2005, p. 77). Se trataba al estudiantado como un recipiente vacío que debía llenarse, el docente era el que sabía todo y el estudiante el que ignoraba poco o del todo los conocimientos. Contrario a esto, lo que este autor pretendía era impulsar una educación dialógica donde, tanto el docente como el estudiante contribuían en su formación, de tal manera que la colaboración constituía el motor para la transformación.
Si bien es cierto que existen muchos protagonistas de los modelos contemporáneos, para cada autor resulta más interesante o tiende a identificarse mejor con uno u otros. En este caso particular las influencias de Dewey, Illich y Freire resultaron prometedoras. Abordadas las principales ideas de dichos personajes, resta preguntar ¿qué interesa rescatar de esos autores? Podemos referir tres argumentos:
La idea de una educación para el estudiantado basada en la experiencia proporcionada por el medio que le rodea, donde el profesorado comparte las responsabilidades educativas y no sea considerado el centro de la enseñanza, sino un guía en el aprendizaje del conocimiento y de la vida. Esto permitirá que el estudiantado sea autónomo y consciente de que no es solo un individuo, sino que forma parte de un colectivo social y que cada persona aporta al mejoramiento de la sociedad.
Que las escuelas, independientemente de su grado educativo no deben volverse instituciones en la que el estudiante piense que el título vale más que el conocimiento y/o que un certificado les dará más valor que otras personas, sino que, debe percibirse como una institución definida por la sociedad como medio para el aprendizaje, pero no uno teórico, sino práctico y en constante relación con la comunidad.
Para lograr este tipo de educación, se debe adoptar una educación comprensiva entre el estudiante y el docente, fundamentada en la crítica y sobre todo que no excluya a ningún protagonista de la sociedad. Que no haya privilegios y que tenga como finalidad transformar la sociedad en la que se vive, dejando de lado la globalización en la que se está sumido.
Sociedad del conocimiento y tecnologías
Si algo se ha aprendido en los miles de años que el ser humano ha poblado el planeta, es que las ciencias se transforman a medida que las sociedades evolucionan. Así como antes, para las ciencias médicas se aludían las enfermedades infecciosas a causas míticas o castigos divinos, y esos conocimientos se mantuvieron hasta el descubrimiento de los microorganismos, la educación siguió un patrón similar. En sus inicios se adoctrinaba al estudiante, posteriormente se instruía, contemporáneamente se habló de guiarlos durante el proceso educativo y en estos últimos años al proceso de acompañamiento se ha incluido la preparación educativa para la sociedad.
Esta sociedad, es vista como un cambio social donde se deja de focalizar la economía y la política en el auge industrial. Está mediada directamente por la información y no cualquier dato que se genere, sino aquel que resulte en conocimientos significativos para el avance del colectivo humano. En este sentido, es importante preguntarse ¿a qué se debe?, ¿qué ha incidido?, ¿qué elemento se tienen presentes, que antes no lo estaban? para que se cree tanta información y conocimiento.
Para abordar este aspecto, se revisa el planteamiento de Sacristán (2013):
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son las que permitieron la creación, en gran medida, de los conocimientos que tenemos hoy día y no podemos negar esa realidad; por tanto, debemos aceptar que las TIC han sido decisivas en la cultura contemporánea del conocimiento. El papel de las TIC está vinculado esencialmente a la interconectividad, lo que permite que la información pase a ser conocimiento organizado, que pueda ser comprendido y utilizado (p. 33).
Las tecnologías, en especial las TIC han desempeñado un papel esencial para la sociedad actual. Si bien es cierto que los seres humanos son los creadores y los que utilizan dichas tecnologías, no le quita el mérito que han sido el detonante de una revolución del conocimiento. Uno que para bien o mal, según la perspectiva con la que se aborden, han servido como vehículo o medio para compartir los conocimientos, que en tiempos anteriores se sectorizaban y que hoy día la mayoría tienen acceso.
Abordadas estas nociones, sobre la sociedad del conocimiento y el impacto de las tecnologías en esta, resulta oportuno relacionar estos saberes con la educación. Como se ha mencionado anteriormente el enfoque de la educación tiene que ser acorde a la sociedad en la que se vive y en base a ello proyectar las ideas que podrían tomarse en cuenta para los nuevos modelos educativos.
La apropiación del contenido hace pensar que, como sucede en muchas ciencias, el futuro en estos momentos pueden concebirlo en el mañana, pero para la educación el futuro sigue siendo “hoy”, la actualidad. Se puede aseverar eso porque al revisar el contexto educativo, se evidencia que los enfoques están atrapados hasta cierto punto en el periodo contemporáneo, salvo a ciertos países que han pensado en ese futuro y han insertado las tecnologías como proceso activo del cambio en la educación.
Se considera imprescindible llevar a cabo esfuerzos para la inserción de las TIC, de tal manera que represente una estrategia que permita la organización, utilización y comprensión de los conocimientos. Se debe focalizar en una integración que favorezca el crecimiento del estudiantado, dejando de lado las ideas negativas que ha causado ciertas de estas tecnologías, y apuntando a desarrollar acciones para potenciar las ventajas que ofrecen.
Reflexión general sobre la educación en la sociedad del conocimiento
Educación y sociedad son dos conceptos profundamente interrelacionados. Mendoza y otros (2023) afirman que “la educación desempeña un papel fundamental en fomentar la cohesión social, abordando factores como la economía, la etnia, el género, la migración interna y externa, y la interculturalidad, entre otros, que influyen en las sociedades (p. 66). Esto la posiciona como agente integrador capaz de disminuir las desigualdades y promover la inclusión social. A la vez, las sociedades influyen de manera significativa en los sistemas educativos, moldeando sus estructuras y objetivos de acuerdo con los cambios culturales, tecnológicos y del conocimiento. Esta relación dinámica implica que todo cambio social conlleve a una transformación de los modelos de aprendizaje.
Si bien es cierto que los enfoques educativos se han transformado, que no es solo el docente el que tiene la batuta y que se ha tratado de dar el protagonismo al estudiantado, como sociedad no hemos logrado a cabalidad tal fin. Los sistemas educativos aún se enfrentan a un colectivo docente e inclusive instituciones renuentes con su papel educativo. No se está alejado de profesores que siguen pensando que el alumnado es una esponja de absorción de conocimientos y no una fuente de críticas para la construcción de nuevos conocimientos que contribuyan a la sociedad.
En contraparte, se deben acoger enfoques educativos que permitan potenciar las experiencias sociales que el estudiantado trae consigo. Se debe apuntar hacia una formación basada en la comunicación dialógica y reflexiva con el estudiante, de tal forma que se aporte al mejoramiento de sus capacidades y le permita desarrollar destrezas para la transformación del conocimiento y la inserción social.
En esta sociedad, caracterizada por la imponente generación de los conocimientos como consecuencia de la implementación de las tecnologías y la accesibilidad de comunicar y difundir dicha información a través de estas. Las tecnologías han tenido un gran impacto, porque permiten informar con mayor rapidez a las personas, que por otros medios no se lograba o porque estaban sectorizados para las élites.
Cada vez es más evidente la inclusión de las tecnologías en las instituciones que conforman la sociedad. En los hospitales, en los supermercados, en las empresas productivas, en los contextos educativos, entre otros. Muchos países han adoptado la implementación de estrategias y políticas que permitan el uso de las tecnologías en el aula de clases o fuera de ellas, lo cual, ha de tomarse como la respuesta para llevar la educación a las personas, en una institución que por mucho tiempo ha sido limitada por paredes.
En particular, las TIC han sido las tecnologías mayormente implicadas en la educación, ya que permiten orientar de manera más integral al estudiantado. Le cede el acceso a una mayor cantidad de información, contrastarla con ejemplos de las realidades sociales mediante ilustraciones y admite la obtención y difusión de material científico que por medios tradicionales no son fáciles de alcanzar. Además, pueden ser esenciales en la simulación de actividades prácticas que ayuden a preparar al alumnado para las acciones sociales que va a desempeñar. A los educadores les sirve de medio o estrategia para llegar a un mayor número de estudiantes, sin que esto signifique dejar de interactuar con ellos, puesto que, no se debe pensar que las TIC solo son importantes en la virtualidad, también sirven de apoyo en la presencialidad.
A pesar de las bondades de estas tecnologías, existe un problema ya antaño dentro de la educación “el papel del educador”y otro muy nuevo “la resistencia tecnológica de los educadores generacionales”; aquellos que se formaron en las llamadas “escuelas tradicionales”. Estos no admiten las tecnologías en la educación y a pesar de haber políticas institucionales que aportan a su integración, aparentan implementarlas y obtener malos resultados con el afán de desacreditar las mismas; sin embargo, lo que demuestran es el poco interés que tienen de aprender algo nuevo y la necesidad de formación del profesorado.
Cabe recalcar que, no todos los docentes que se generalizaron dentro del término “escuelas tradicionales” tienen este enfoque sobre las tecnologías o su papel dentro de la educación. Algunos reconocen que dentro del proceso educativo el protagonismo está en el estudiante y que las tecnologías pueden jugar un papel importante, por consiguiente, apuntan a su formación personal para integrarlas y así obtener mejor provecho en su profesión.
Entonces, nos espera a futuro romper con los paradigmas que estigmatizan a las tecnologías y de implementar políticas educativas fuertes que apunten a la inclusión de estas dentro y fuera del aula de clases, para el fortalecimiento de una educación integral, que prepare al estudiante para la sociedad a la que se va a enfrentar,“la sociedad del conocimiento”.
Realidad educativa nicaragüense: retos y propuesta
En los últimos años Nicaragua ha sido una nación en constante desarrollo. Al igual que otras naciones ha tomado giros inesperados en cuanto a materia de educación, muchos de ellos a causa de cambios en las políticas nacionales que, aunque no todos han sido beneficiosos, han contribuido a que otros gobiernos no cometan los mismos errores.
Tal es el caso del período neoliberal, donde Castilla (2014) menciona un retroceso en el alfabetismo por políticas educativas, principalmente la privatización, pero que desde 2007 el gobierno Sandinista trabaja bajo un modelo de responsabilidad compartida; para romper la brecha social que generó la educación privatizada. Esta nueva propuesta se basa en una educación que integra no solo al estudiantado como protagonista, sino a la familia y la comunidad, para la generación de una educación de calidad de todos y para todos. Se distingue el papel fundamental de vincular la educación a la sociedad, que en este particular se ha denominado comunidad.
Las políticas del gobierno actual también reconocen el valor de las tecnologías. En su Plan Nacional de lucha contra la Pobreza y para el Desarrollo Humano 2022-2026 promueve la preparación del talento humano, el conocimiento y uso de las tecnologías, planteándose “impulsar fuertemente la transformación digital, para la modernización de los procesos educativos (…) [y] fortalecer las competencias técnicas y pedagógicas de docentes y facilitadores de educación técnica y formación profesional, enfatizando el uso de plataformas y herramientas digitales en los procesos educativos” (CEPAL, 2021).
En cuestión de políticas educativas Nicaragua está apuntando hacia la dirección correcta. Se están implementando un modelo que integra como ejes fundamentales al estudiante y la sociedad. Según el perfil descrito por la UNESCO (2021), se argumenta que los subsistemas educativos en el país se encuentran articulados para garantizar la formación ciudadana. Buscan favorecer la educación integral del estudiantado, facilitando el desarrollo de un actuar eficaz en los diferentes ámbitos de la sociedad. Inclusive, el BIC (2012) informa que en el país “promueve un modelo de responsabilidad compartida, que busca asegurar la participación de diferentes actores en las acciones educativas necesarias para cumplir con los objetivos establecidos” (p. 21). Lo que implica una fuerte relación entre la educación y la sociedad.
Se enmarca que este modelo fomenta la equidad, la inclusión y la participación activa. La educación se considera un derecho de los y las nicaragüenses, el cual, se cumple con la gratuidad ofrecida en todos los subsistemas. No existe brecha social enmarcada por el género y se toma en cuenta a los diferentes actores sociales. Se oferta educación para el niño, el adulto, el adulto mayor en cualquier condición económicas y social.
Al respecto de la integración de Tecnologías dentro de sistema educativo, Martínez y otros (2017) describen que “se dispone a nivel nacional de 473 escuelas públicas dotadas de aulas con TIC, de las cuales 107 están en escuelas secundarias; 358 en primarias y 8 en las Escuelas Normales... Del total de escuelas públicas con TIC el 75.4%, es decir 357 tienen acceso a Internet” (p. 721). Asimismo, en la educación superior, como refieren Lanuza y otros (2018) se da la oportunidad tanto a docentes como estudiantes de utilizar las TIC dentro del proceso enseñanza-aprendizaje, esto en respuesta al modelo educativo de la UNAN-Managua.
A pesar de dichos avances, siempre se presentan desafíos por superar. En primera instancia, aunque se hable de acceso a las TIC, si analizamos la cantidad de escuelas públicas que cuentan con aulas tecnológicas, representa un porcentaje muy bajo en comparación a los 9,105 centros públicos reportados por la UNESCO (2022). Por lo que habrá que aumentar la inversión en relación con la adquisición de equipamiento e infraestructura.
Acevedo & Romero (2019) describen que “en Nicaragua las políticas de Gobierno radican en que toda persona tenga acceso a la tecnología, sin embargo, aún tenemos limitaciones, en especial en las zonas rurales del país, lo que constituye una exclusión de este sector de la población a la sociedad del conocimiento (p. 83). Esto permite desigualdad entre el sector urbano y el rural, permitiendo mayor acceso a los estudiantes de este primero por la facilidad de la infraestructura relacionada a la conectividad de internet.
Por otra parte, se encuentra asociada la formación docente. Recurrir a recursos tecnológicos para complementarlos con estrategias de aprendizaje requiere un alto conocimiento de estas, por consiguiente, de una formación adecuada del profesorado. En todos los niveles de educación, se requerirá de la revisión de capacidades de los docentes en el uso adecuado de dichas tecnologías para el uso didáctico. De igual manera, realizar una valoración sobre la resistencia al cambio en dicho colectivo docente.
Anexo a lo anterior, se encuentran las nuevas tecnologías que han emergido últimamente. El uso de la inteligencia artificial facilita el acceso de la información al estudiantado, pero lo limita en cuanto a reflexión y análisis de dicho conocimiento. Con esto no se está afirmando que su implementación en el ámbito educativo no está bien, sino que debe revisarse a detalle la manera y espacios en el que deban utilizarse, esto para obtener el mayor beneficio educativo.
Se plantea que deben desplegarse acciones educativas que den como resultado el diseño de lineamientos con la capacidad de satisfacer las necesidades que se plantean. Es importante que se invierta en infraestructura para disminuir la desigualdad en el acceso a los recursos tecnológicos. Además, que se desarrollen programas de formación docente para la adquisición de competencias para el uso de las TIC, sin descuidar el modelo educativo de integración social que se tiene.
La sociedad del conocimiento plantea grandes desafíos, pero también valiosas oportunidades para repensar la educación en Nicaragua. A partir del análisis de las teorías pedagógicas de Dewey, Illich y Freire, se reafirma la necesidad de una educación crítica, centrada en el estudiantado, con sentido social y comprometida con la transformación de las realidades que enfrenta el país.
En este ensayo se han planteado dos interrogantes fundamentales dentro de este contexto: si la educación actual fortalece el vínculo entre el estudiantado y la sociedad del conocimiento, y cuáles son los desafíos que esta sociedad representa para el futuro formativo en Nicaragua. A partir del análisis realizado, se puede afirmar que, si bien se han dado avances importantes como la integración progresiva de las TIC y el enfoque educativo de responsabilidad compartida, aún persisten brechas que obstaculizan ese fortalecimiento.
Uno de los desafíos más significativos radica en la desigualdad del acceso tecnológico, especialmente en zonas rurales, así como en la resistencia de ciertos sectores docentes a la transformación pedagógica que exige la sociedad del conocimiento. Además, la infraestructura limitada, la falta de capacitación tecnológica y la ausencia de criterios pedagógicos claros en el uso de herramientas como la inteligencia artificial, constituyen barreras reales al avance de un modelo educativo inclusivo y crítico.
Frente a este panorama, se propone una acción integral basada en tres ejes: (1) una inversión pública sostenida en infraestructura tecnológica para disminuir la brecha digital, (2) la implementación de programas de formación docente centrados en competencias digitales, pensamiento crítico y pedagogía transformadora, y (3) el diseño de políticas educativas que promuevan una integración efectiva entre escuela, comunidad y tecnologías, orientadas al desarrollo de ciudadanos capaces de participar activamente en una sociedad del conocimiento plural, justa y solidaria.
A partir de esta reflexión, surgen múltiples líneas temáticas que merecen ser profundizadas a futuro. Entre ellas destacan: el impacto real de las TIC en los aprendizajes significativos en contextos rurales; la formación docente en competencias digitales críticas; el papel de la inteligencia artificial en los procesos de enseñanza-aprendizaje; y los mecanismos para fortalecer la relación entre escuela, comunidad y sociedad del conocimiento. Estas líneas de análisis invitan a ampliar el debate sobre la educación como herramienta de transformación social.
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