Perspectivas del Desarrollo Perspectivas del Desarrollo
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Año 5/No 1/ Marzo, 2019
ISSN: 2414-8903 Línea
DONDE BUSCAR LA IDENTIDAD DE
UN PUEBLO
1
PhD. AUGUSTO SERRANO LÓPEZ
auserloz@yahoo.com
Profesor Emérito de la UNAH
Profesor visitante de la Universidad Complutense de Madrid
ORCID:0000-0002-6453-906X
DOI: 10.5377/rpdd.v5i1.11970
Recibido: enero, 2019 Aceptado: febrero, 2019
I
QUIÉNES SOMOS
Y
a hubo hondureños que, queriendo ir a las raíces, se fueron hacia el pasado hasta
los mayas. En los mayas creen haber encontrado sus raíces. No sé por qué se
pararon ahí. ¿Estaban ya cansados de caminar hacia el pasado? Porque los mayas
no fueron el origen. Ellos también llegaron de otra parte y basta con leer el Popol
Vuh donde se precisa que después de mucho caminar por n llegaron al lugar que
buscaban:
“Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una
hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas
y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes,
nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo
llamado de Paxil y Cayalá”
2
.
¿De dónde venían los mayas? ¿Cuáles eran sus propias raíces? Si seguimos
buscando raíces, hoy ya lo sabemos, entraremos en el reino de las selvas y veremos
a alguno de nuestros primos allá arriba en el árbol: allá arriba podremos ver a
los ascendientes de todos: de mayas y aztecas, olmecas, incas, chinos y hetitas,
indoeuropeos y hotentotes.
1-Lo que voy a decir aquí sobre identidad nacional, lo diría sin cambiar una coma en Francia,
Alemania, España, Italia o Inglaterra, porque estamos lejos los europeos de haber superado el tema de
las identidades y los nacionalismos excluyentes que tanto mal nos trajeron.
2-Recinos Adrían. Popol-Vuh: Antiguas historias del Quiché. F.C.E. México, 1971, pág. 104.
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Sabemos que luego, después de bajar del árbol, caminamos por las sabanas de
África y nos fuimos diferenciando, pero, por favor, no dejemos de lado las mezclas
que por el camino se fueron haciendo. ¿Llegó alguien, algún grupo a algún lugar,
a Paxil y Cayalá, a los bosques de Francia o a las faldas del Himalaya, sin mezcla
alguna? Y, ¿llegaron a un lugar donde nadie había todavía? ¿Han leído el Éxodo,
ese libro de la Biblia donde se cuenta cómo llegó el pueblo judío al territorio ya
habitado por otros pueblos? Parece difícil, aunque no imposible, si nos atenemos a
la historia de las incontables invasiones y al hecho de que muchos pueblos salieron
en emigración forzada por las catástrofes y las hambrunas en busca de tierras donde
había lo que buscaban y eso que buscaban era muchas veces lo que otros habían
producido. Y, por cierto, no idealicemos ni añoremos a nuestras supuestas raíces,
porque ni los mayas fueron las hermanitas de la caridad con que algunos añorantes
los pintaron ni los indoeuropeos que asolaron las estepas de Euroasia eran la semilla
ya preparada de los futuros pintores, escultores, músicos y poetas del Renacimiento.
Por eso, cuidado con la llamada al pasado en busca de las raíces donde se
piensa encontrar “Una denitiva respuesta a nuestra pregunta por lo autóctono, lo
auténtico y lo conforme a las raíces que nos dibuje una imagen del modo de ser del
hondureño” como es el tema que me pidieron desarrollar aquí.
¿Es esto lo que se busca?
Porque ya lo hicieron otros pueblos, el pueblo alemán, el pueblo serbio o el
pueblo catalán por sólo traer a colación estos tres de entre otros muchos.
Carlos Marx, alemán él y judío, ya puso en su sitio a judíos y alemanes que
buscaban lo autóctono, impulsados en la búsqueda de la identidad nacional por los
grandes lósofos y poetas como Hegel, Schiller, Goethe o Hölderling:
“Entusiastas ingenuos, alemanes de sangre y liberales por reexión, buscan nuestra
historia de la libertad más allá de nuestra historia en las primitivas selvas teutónicas.
Pero, ¿en qué se distingue nuestra historia de la libertad de la historia de la libertad
del jabalí, si se debe ir a encontrarla sólo en las selvas? Además, es sabido que en
cuanto se grita en la oresta, resuena el eco fuera de ella”
3
.
3- Marx, K.: Zur Kritik der Hegelschen RechtsPhilosophie. Deutsch-franzosische Jahrbücher
herausgegeben von Arnold Ruge und Karl Marx. París, 1844, pp. 71-85).
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Si se piensa que la vuelta al pasado nos va a traer respuestas, hay que hundirse
de verdad en el pasado y no detenerse donde convenga, porque creamos que, ir más
hacia abajo, no resulte conveniente para adornar nuestro oportunista punto de salida,
el que queríamos encontrar.
Está claro que los que buscaron en los mayas sus raíces no podían ni querían
verlas en los invasores españoles ni en las mezclas que durante la colonia tuvieron
lugar, a pesar de los apellidos que cuelgan en su propio historial. Nadie quiere verse
como fruto del conquistador. Pero antes de la llegada de los españoles no sólo había
mayas (casi desaparecidos en el siglo XV como pueblo soberano), sino jicaques,
sumos, misquitos , lencas y otros pueblos que no eran mayas.
4
¿Por qué no ver en ellos
las propias raíces, si eran los que poblaban los territorios de lo que posteriormente
sería Honduras? : “Las Reducciones del Cargo desta Provincia son la de la Talagalpa
y Taguzgalpa, en los distritos de Honduras y Nicaragua, cuyo gentilimo se compone
de las Naciones Lencas, Tahuas, Xicaquez, Mexicanos, Payas, Jaras, Taupanes,
Taos, Gualas, Alaucas, Guanaes, Limucas, Aguagualcas, Yguyales, Cuges, Bocayes,
Tomayes, Bucataguacas, Quicamas, Panamacas, Yxziles, Guayaes, Motucas, Barucas,
Apazinas, nasnmaycas y de otras muchas según noticias Historiales”[ no olvidemos
también a Cares, Mizquitos, Tahuacas, Pipiles...
5
Lo de serbios y catalanes puede mostrarse como la búsqueda del mito fundador
que no tiene reparos en inventarse el pasado, fundando la identidad precisamente en
una derrota (los serbios en la derrota que les infringieron los turcos en el Campo
de los Mirtos el año 1389 y los catalanes en la derrota de la Guerra de Sucesión, por
haberse puesto de parte de Austria y no de Francia, con el Decreto de Nueva Planta
de 1716. Ambos mitos fundadores fundamentados en una derrota como memorial
de agravios, como para que pasara lo que en ambos casos pasó y está pasando: la
identidad nacional clamando revancha contra los otros. Identidad revanchista que
a los serbios les justicó para cometer los más atroces crímenes de guerra contra
4-Francia o Italia o Alemania o España tampoco pueden decir que vengan de un solo pueblo. España,
por ejemplo, además de todos los pueblos que la atravesaros como fenicios, griegos, cartagineses,
romanos visigodos y árabes, ya la poblaban diferentes pueblos, entre otros: Bastetanos, Turdetanos,
Célticos, Oretanos, Contestanos, Carpetanos, Belos, Turmodigos, Vetones, Arevacos, Vascones,
Lobetanos, Cosetanos, Laietanos, Ilergetas, Baleáricos, Galaicos, Cántabros, Astures, Austrigones,
Várdulos, ligures, iberos, etc. Desde que sabemos que incluso el homo sapiens y el neanderthal
tuvieron contactos y desde que sabemos la enorme cantidad de pueblos que poblaron “nuestros”
antiguos territorios, seguir pretendiendo que venimos de un solo pueblo y somos por eso auténticos no
deja de ser, en el mejor de los casos un error y en el peor de los casos una idiotez supina.
5-Relación de las recducciones de los franciscanos en la Taguzgalpa y la Tologalpa de 1748: en
Herranz, A: Proceso de nahuatlización y nahuatlismos de uso en Honduras. UNAH. Tegucigalpa 2017;
pág. 29).
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bosnios y croatas y a los catalanes los está llevando a dividir la propia sociedad
catalana en dos mitades enfrentadas y a entender a España como el cordel que los
está ahogando. Y no digamos nada del n de aquella identidad alemana que llegó a
convertirse en la idea nazi de la raza aria no contaminada que arrasó con millones de
judíos, gitanos, comunistas, socialistas y discapacitados.
¡Ah, de las identidades que se convierten en nacionalismos excluyentes!
Yo escribí en algún momento que lo que necesitaba Honduras era conformar
algún grupo de historiadores que, como equipo de cientícos, escribieran alguna
historia de Honduras en al menos 5 volúmenes: que fuese lugar cientíco de referencia
más allá de los mitos, de las leyendas y de las utopías, pero que habrían de constatar
también como mitos, como leyendas y como utopías las que se hubieran dado a
través de esa larga, densa y detallada historia de Honduras. Sería algo así donde los
hondureños podrían mirar la herencia recibida y mirarse a sí mismos, no sólo como
legítimos herederos, sino como quienes han recibido la antorcha de la historia y han
de saber dónde se encuentran y hacia dónde deben caminar.
Felipe Martínez Castillo, historiador hondureño, investigando las raíces de
Honduras en el Archivo de Indias de Sevilla dio con el único documento que testica
la historicidad del jefe indio Elempira (así lo nombra el documento). Publicó el
documento con un estudio historiográco del mismo. Todo cientícamente avalado.
Pero no se ha querido leer o se le ha ninguneado, porque en las escuelas se sigue
teatralizando el mito del héroe Lempira como enseñanza de la verdadera historia de
Honduras: como el héroe fundador de la hondureñidad en su conjunto.
Y habrá hondureños que, por más que sientan reconocimiento por sus
hazañas, no se sienten herederos del Elempira lenca-cerquín: jicaques, sumos,
misquitos y garífunas son pueblos que tienen su identidad y no creo que puedan
verse como herederos de aquel valiente Elempira que luchó bravamente (consta en el
documento) contra los invasores españoles hasta perder la vida, simplemente porque
eran coetáneos y eran diferentes. En ningún caso estoy diciendo que no se celebre
a Lempira o que incluso se le declare el héroe nacional al modo como en España se
celebra al Cid Campeador o en Francia al Roldán de la leyenda. Sólo digo que, en
los procesos de enseñanza, se diferencie entre el mito, que se puede adornar lo que
se quiera hasta hacerlo hermoso relato literario (ahí está el poema de Gilgamesh de
los sumerios o la Ilíada de los griegos encumbrando a Aquiles como ejemplos) y la
historia, que se ha de tratar de relatar con mucho menos imaginación y mucha más
documentación.
La historia bien contada, sin trampa, no permite identicar a los pueblos con
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alguna nota continua diferenciadora, yo diría que a ningún pueblo. En esa historia,
más bien, encontrarán diferencias, encontrarán injusticias, encontrarán que no “eran”
todos ni gente, ni ciudadano, ni hondureño, porque no “estaban”: estaban excluidos.
La mayoría no se va a ver representada en esa verdadera historia. Siempre
fueron otros lo que hacían y deshacían “la historia escrita” y, por supuesto y salvo
excepciones, los que contaban lo que sucedía. Tu nombre y el de la gran mayoría no
aparece en las placas conmemorativas
6
ni en la celebración de los grandes eventos.
Tú no estabas ahí. ¿Cómo entonces, identicarte con los que sí estaban? ¿Hay algún
lugar donde todos podamos estar y, por ende, ser y ser en una misma identidad ?
Claro que lo hay, pero no está en el pasado, porque sobre todo en este
momento, no es “ser o no ser la cuestión” como decía Hamlet, sino “estar o no estar”:
no estar excluido. Por eso la posibilidad de identidad, ya lo decía Ernst Bloch, está en
el futuro como posibilidad. La verdadera génesis ( la raíz, la verdadera patria donde
todos nos veamos como iguales) no está en el pasado, sino en el futuro:
«La verdadera génesis no está al principio, sino al nal, y comienza cuando la
sociedad y la existencia se vuelven radicales, esto es, cuando van a la raíz. Pero la raíz
de la historia es el hombre que trabaja, que crea, que genera y supera lo dado. Si él se
ha comprendido a sí mismo y construye lo suyo en real democracia sin alienación ni
enajenación, entonces surge en el mundo algo que sólo aparece en la niñez y donde
todavía nadie estuvo: la patria».
7
Por eso, la identidad de un pueblo, de una sociedad, hay que buscarla en
el futuro, donde todavía nadie estuvo: haciendo las cosas de tal manera que nos
identiquemos todos sin exclusión como seres humanos, como personas, como
sujetos de pleno derecho por el solo hecho de existir: hijos de la madre Tierra con
la que todos hemos de identicarnos porque no tenemos otra. Identicación que no
debe borrar las diferencias y la variedad cultural donde la haya (lengua, costumbres),
porque eso es riqueza social. Ahí radica la inteligencia humana propiamente dicha:
saber mantener la diferencia dentro de la unidad que se ha de manifestar como simetría
humana, como ejercicio de la justicia.
6- No sé si se conserva en alguna parte la placa conmemorativa de los que guraban al inaugurarse el
viejo aeropuerto de San Pedro Sula. Me jé en sus nombres allá por el año 1971, cuando aún aterrizaba
ahí Pan American. Eran los mismos nombres que años después seguían dominando en Honduras. No
había tenido lugar ninguna movilidad social de importancia. Seguían siendo los mismos apellidos, las
mismas familias. Los de siempre.
7-Bloch,E.: Das Prinzip Hoffnung.. Suhrkamp. Frankfurt am Main. 1959. Vol.III, pág. 1628.
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Estos días en los que el presidente del país más potente del planeta dice
“América primero”, y las derechas fascistas quieren resucitar en Alemania, en
Hungría, en Francia, en España, en Brasil o en Italia, bueno sería alzar el vuelo de la
Filosofía por derroteros menos excluyentes.
No añoremos la identidad excluyente que conduce al nacionalismo, que sólo
guerras nos ha traído.
Mira a tu alrededor y pregúntate qué echas de menos entre las gentes. ¿Notas
falta de identidad? ¿Acaso no ves antes, mucho antes que hay pobreza, que hay
desempleo, que hay injusticias, que hay desigualdad enorme, que no hay seguridad
ciudadana, que el Estado brilla en muchas dimensiones por su ausencia, que el
gobierno no cumple sus promesas, que la juventud se encuentra desorientada, que
muchos huyen al Norte arriesgando la vida sin saber si llegarán, pero que les vale
eso más que quedarse en casa porque ya no ven a Honduras como “su casa”, el lugar
donde realizarse como personas? ¿De verdad crees que es la identidad nacional por
lo que hay que preguntar?
Aunque hay que reconocer que, al preguntar por la identidad, la misma
pregunta resulta provocadora en el mejor sentido de la palabra y nos lleva, como
vemos, a otras de mayor urgencia y necesidad, por lo que no deja de tener sentido.
Identidad y diferencia. No hay lo uno sin lo otro. Es el principio de relatividad.
Es un disparate decir “yo soy más diferente que tú”, por ejemplo, para exigir algún
privilegio como algún político catalán propuso- basándose en “el hecho diferencial”
(sic)-, porque la diferencia es un valor comparativo: el otro, es tan diferente de ti
como tú lo seas de él.
Identicar es diferenciar. Quien se pregunta, ¿qué es lo que nos identica?,
está preguntando, quiera o no, por, ¿qué es lo que nos diferencia de los demás? ¿En
qué somos diferentes? ¿Por qué somos diferentes? Pero también: ¿vale la pena ser
diferentes, esto es, sentirse idénticos a sólo un grupo social?
“Éste quiere adherirse a la defensa de la diferencia, pensando que, al nal del
camino, se encontrará con algún paraíso perdido. Pero debería tener en cuenta que,
en el límite, la pura diferencia es el egoísmo rotundo, el aislamiento y la pobreza
humana. Aquél, por el contrario, trata de defender a ultranza la unidad, perdiendo de
vista que, en el límite, la unidad, signica la represión pura, la deshumanización, el
“Mundo feliz” de Huxley. En ambos extremos se dibuja un inerno, tan desolador el
uno como el otro... ¿Cómo fomentar lo diferencial, lo propio (lo idion de los griegos),
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sin caer en la “idiotez” y el cretinismo? ¿Cómo impulsar lo común, sin llegar a la
represión ni al adocenamiento?”.
8
La respuesta está en el respeto y la tolerancia a las diferencias: eso debería
identicarnos a todos: hacer valer el respeto a las diferencias, la tolerancia a lo diverso,
pero, a la vez, compartir todos la alegría por saber que la diversidad reconocida y
respetada es riqueza social de la que todos podemos disfrutar.
Saber lo que del otro me diferencia, lo que, por tanto, me identica, sólo tiene
valor positivo, si esa conciencia de lo idéntico y lo diferencial nos potencia y nos
hace más inteligentes para defender la vida de todos y para procurar la vida buena de
todos. Es lo que se expresa en el lema Ubuntu sudafricano: “Yo soy, si tú eres”.
Lo bueno es que ya sabemos cómo lograrlo.
II.
DESDE ALGUNO DE LOS MUNDOS POSIBLES
1. Hemos comenzado no hace mucho a entender en profundidad la vida y sus
condicionantes.
Sabemos que vivir es “metabolizar”
9
con el medio y sabemos que este
metabolismo es un proceso mediante el que el ser vivo interactúa con su medio,
dando y recibiendo, proceso mediante el que tanto el ser vivo como el medio se van
modicando.
¿Mutuamente se necesitan?
10
No parece así, porque sabemos que antes de
que la vida apareciera, ya había naturaleza. (Este universo aparece hace unos 13.700
millones de años; la Tierra hace unos 4.500 millones de años y la vida aparece sobre
la tierra hace unos 3.500 millones de años). Pero también sabemos que, desde que
apareció la vida, el medio al que nació comenzó inmediatamente a cambiar: la
vida modica continuamente su medio vital. No hace falta llegar al momento en el
que un ser vivo (en este caso el ser humano) comienza a trabajar (forma nueva de
metabolismo), para que el medio cambie.
8-Serrano, L. Augusto: La aventura del conocimiento. BCH. Tegucigalpa 1995; págs.139.140.
9_ Tomamos aquí el concepto de metabolismo en un sentido muy amplio, aunque no totalmente
metafórico, pues lo usamos para el organismo más que para las células aisladamente.
10-Véase: Lovelock: La venganza de la tierra
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La historia de la vida en general que ya se ha descubierto nos dice que una de
las características de la vida es su variedad de formas, su multiplicidad de especies (se
suponen unos 8.7 millones de especies de las que hasta ahora sólo se han identicado
1.3 millones) todas ellas viviendo en el medio natural apropiado que le proporciona
la Tierra.
Si la vida en la Tierra comenzó en forma de algas y bacterias hace unos tres
mil quinientos millones de años, la vida humana como especie homo aparece mucho
después (hace unos dos millones de años) y la del homo sapiens hace apenas unos
300.000 años. Las primeras ciudades datan de hace unos 9.000 años, época en la
que el ser humano comienza una nueva forma de metabolismo con su medio vital,
en tanto comienza a reproducir sus medios de vida mediante una coordinación de la
división del trabajo que le dio un potencial de transformación inédito, al que habría
que llamarle trascendente por la repercusión que ha tenido para la Tierra y para él
mismo.
De esta manera, el ser humano a través de los milenios ha venido
transformándose y transformando su medio vital con mayor o menor profundidad
y alcance. Se sabe de bosques que en el remoto pasado desaparecieron por la
deforestación para construir barcos y casas; se sabe de los lagos que se agotaron por
exceso de aprovechamiento; conocemos la desaparición de culturas por la sobre-
explotación de sus recursos, etc.
Pero la humanidad como un todo nunca hasta hace pocos años tuvo el
suciente poder cientíco-tecnológico para poner en peligro la vida en general, ni
siquiera la de la propia especie.
Es este tipo de metabolismo actual el que ha generado en los últimos trescientos
años una modicación del medio vital de tales dimensiones y de tal aceleración que
amenaza con la vida misma. Porque, del mismo modo que, por las ciencias, hemos
llegado a conocer los secretos de la vida, también por las ciencias hemos conocido la
huella que nuestra actual forma metabólica de actuar está dejando sobre la Tierra y
estamos diciendo que esto no puede seguir así.
Dicho en forma de tesis:
“Estamos en una fase del capitalismo en el que éste ha generado hasta tal
punto sus propios supuestos, “se ha puesto sobre sus pies” y ha subordinado a su ley
tantas y tan importantes relaciones que ha logrado convertir al planeta entero con toda
su variedad y riqueza ( tierras, aguas, aires, ora y fauna, subsuelo y atmósfera) en
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recurso ( todo puede ser insumo) y a la humanidad en su conjunto en ejército laboral
de reserva (absolutamente disponible, en tanto la mediación cientíco-tecnológica
que también se ha apropiado, le permite determinar los procesos laborales, su forma,
su ritmo y su cuantía) , de donde se deriva tanto el deterioro ambiental y el cambio
climático, por un lado, cuanto la precariedad laboral y la desigualdad social por otro;
fenómenos concomitantes y mutuamente dependientes que son ambos el resultado de
esta forma concreta de reproducción de las condiciones de existencia cuya orientación
es la competencia mundial del mercado y la meta es la máxima valorización posible
del capital, la ganancia”
2. Desde el momento en que los problemas económicos, sociales y políticos
se vuelven planetarios, comienza a cobrarse conciencia de que antes de la
universalización de esos problemas, hemos estado, estamos y estaremos siempre
en otra más universal y fundamental de la que parece ser no queríamos tomar
nota por la forma en que actuábamos: la biosfera que a todo y a todos envuelve.
No vale, por tanto, pensar particular e individualmente para entender
actualmente nuestro mundo. Hay que pensar en términos de la especie humana.
Así podremos llegar a entender lo que es humano y lo que no lo es, porque lo que
nos diferencia y especica es lo que nos humaniza más y más. ¿Acaso no somos
la especie homo sapiens? ¿No es ésta la especie inteligente, la que se supone que
actúa de acuerdo a razones? Por eso hay también cosas que nos deshumanizan. Ha
de haber, pues, un criterio fundamental denitorio del ser humano que sea, a la vez,
criterio discriminatorio, para poder discernir cuándo actúa inteligentemente y cuándo
no. Y, puestos a fundamentar todo lo posible esta cadena de razonamientos, habría
que postular un principio arquimédico que permitiera discernir cuándo se actúa
inteligentemente y cuándo no. Debería ser el más originario posible, de dónde aparece
como exigiendo prioridad el principio de conservación de la vida de la especie por el
rotundo hecho de que todo lo demás vendrá después: si no hay vida, no habrá nada de
lo que hablar. Los romanos, con su gran sentido de lo práctico decían: primum vivere,
deinde losofari ( primero vivir, luego losofar).
El momento en que lleguemos a comprender en toda su dimensión que
vivimos, que estamos vivos por el aire que respiramos, por el agua que bebemos,
por el clima que soportamos, por el frío y el calor que nos rodea y que todos esos
elementos imprescindibles y necesarios para la vida no son elementos particulares de
ningún pueblo ni región, sino que son elementos que se generan en toda la Tierra y
a todos y cada uno nos afectan; que son, lo queramos o no, de todos, incluida la vida
no humana, por así decir, bienes universales que no deben conocer fronteras y han de
ser tratados con el máximo cuidado y la máxima prudencia e inteligencia, porque en
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ello nos va a todos la vida; cuando eso comprendamos, habrá llegado el momento de
poder proponer con cierto grado de factibilidad otra forma de vida diferente de la que
hasta ahora nos hemos generado.
“Jeremy Rifkin
11
cita a Vladimir Vernadsky: «La biosfera es un sistema
que incluye el espacio donde se desarrolla toda la vida que hay en la Tierra. Está
constituido por la vida y por su área de inuencia, desde el subsuelo hasta la atmósfera”
y añade: “La biosfera abarca unos 65 kilómetros desde el fondo oceánico habitado
por las formas de vida más primitivas hasta la estratosfera. En ese estrecho ámbito los
procesos biológicos y geológicos interactúan continuamente en una coreografía muy
compleja que determina la senda evolutiva de la vida en el planeta».
Con ideas como éstas, sigue diciendo: «James Boyle y sus colegas quisieron
crear una teoría de sistemas sobre la indivisibilidad del dominio público que aglutine
todos los intereses y todas las iniciativas en una teoría general. Pero aún no la han
hallado, porque lo que veían como una analogía en realidad es un marco común que
une a nuestra especie. La misma teoría general que rige la biosfera dicta el bienestar
general de la sociedad... Si buscamos una teoría general que unique los intereses de
todos, parece que la opción más evidente es devolver la salud a la comunidad de la
biosfera».
Y concluye: «La biosfera es la comunidad superior e indivisible a la que todos
pertenecemos y que su buen estado es fundamental para nuestro bienestar y para la
supervivencia. Esta conciencia conlleva un nuevo sentido de responsabilidad: la de
vivir en el plano personal y colectivo en casa en el trabajo y en la comunidad de una
manera que favorezca la buena salud de la biosfera de la que formamos parte»
12
.
(Tomado del libro: Serrano, A. y Stein,A.: Re-construyendo la ciudad (en prensa)).
Ahí estamos. Esta es nuestra Tierra con mayúscula. No tenemos otra. Ahí
se hizo sapiens el homo habilis; ahí se construyeron las primeras ciudades; ahí se
inventó el lenguaje y la sonrisa, las matemáticas, la danza y el canto; ahí se hicieron
las pirámides y los puentes y acueductos. Ahí, con esos vientos, esas aguas, esas
montañas, esos lagos, ríos y mares han tenido lugar la milenaria andadura humana,
porque también ahí nació el capitalismo que aquí estamos ahora criticando. No hay
otro AHÍ para todos nosotros los seres humanos.
11-Rifkin, J.: La sociedad de coste marginal cero. El Internet de las cosas, el procomún colaborativo
y el eclipse del capitalismo. Paidós, Madrid 2014;L págs. 230-231
12-Rifkin, J.: Ibid.
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Es lo que hace años nos recordó Sagan: «Hoy hace justo 30 años, todos los
seres humanos nos hicimos un sele colectivo. En la frontera del Sistema Solar, a
más de 6.000 millones de kilómetros de distancia, la nave espacial Voyager 1 giró su
cámara en dirección a nuestro planeta. Desde allí, la Tierra no era más que un frágil
punto azul suspendido en la inmensidad del Cosmos. Carl Sagan creyó que aquella
fotografía representaba uno de esos momentos en los que la Ciencia se agiganta y nos
ofrece una nueva perspectiva sobre la realidad»: «Mira de nuevo ese punto. Eso es
aquí. Esa es nuestra casa. Esos somos nosotros. Ahí están todos los que amas, todos
los que conoces, todos de los que has oído hablar, todos los seres humanos que alguna
vez fueron.
El conjunto de nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones, ideologías
y doctrinas económicas. Cada cazador y cada recolector, cada héroe y cada cobarde,
cada creador y cada destructor de civilización, cada rey y cada campesino, cada joven
pareja enamorada, cada madre y padre, cada hijo esperanzado, cada inventor y cada
explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada
“líder supremo”, cada santo y cada pecador en la Historia de nuestra especie vivió
ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol... En la oscuridad no hay
indicios de que venga ayuda de otro lugar para salvarnos de nosotros mismos... Para
mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos más amablemente el uno con el otro,
y preservar y apreciar el punto azul pálido, el único hogar que hemos conocido.»
13
Mirando hacia atrás sin ira de la mano de la más seria Historiografía, pero
tratando de ponderar críticamente lo que las diferentes civilizaciones han hecho ahí
de este lugar, nos percatamos de que comenzamos no hace mucho a ser conscientes
de la profunda huella que nuestro hacer está produciendo sobre esa base de la vida
que a todo y a todos nos rodea. Del mismo modo que después de la gran catástrofe
humana que supuso la Segunda Guerra Mundial se proclamó el Código Universal de
los Derechos Humanos, hoy deberíamos hacer algo semejante con el cuidado de la
biosfera que fuese más allá de las cumbres de Tokio y París sobre el clima, porque
nadie tiene derecho a destruirla y cada hecho contra ella debería ser ponderado como
crimen de lesa humanidad.
Por cierto y para que la responsabilidad no se diluya en el “todos somos
responsables”: unos pueblos son mucho, muchísimo más responsables que otros.
13- Alberto Sicilia. Público.es. 14 de febrero de 2020
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3.Buscamos un mundo humano diferente al que tenemos, porque queremos
seguir viviendo.
Un mundo que incluya a todos los seres humanos.
Un mundo solidario que genere la riqueza necesaria y suciente para la
supervivencia de todos los seres humanos y haga posible la vida buena de todos.
Un mundo en el que el ser humano actúe inteligentemente y en el que se
deenda, ante todo y primariamente, la vida y la base natural que le da sustento: su
medio vital.
Un mundo, por tanto, donde los seres humanos hagan las cosas de otra manera:
que actúen y se reproduzcan de acuerdo a estas metas, esto es, que coordinen la
división social del trabajo (que es el modo de reproducir los medios de vida y, por su
amplitud, resulta ser el nuevo modo de metabolizar del ser humano con la biosfera)
de tal forma que haya para todos y, a la vez, lo hagan sin esquilmar la Biosfera.
Buscamos ese mundo diferente no sólo porque lo deseamos, sino también
y sobre todo, porque sabemos como diría Juan David García Bacca epístaszai, con
saber de ciencia, que es posible.
Sabemos que es posible, porque hemos comenzado a comprender lo que el
ser humano dejándose en manos del mercado es capaz de hacer y sabemos también
lo que en cooperación inteligente puede llegar a hacer, a la vez que conocemos los
recursos de que nuestro medio vital dispone: sabemos, pues, cómo lo puede hacer
y los medios de que puede efectivamente valerse, sin que esos medios cobren vida
propia, se conviertan en metas y frustren la consecución del n.
De modo que ese mundo diferente que deseamos, aunque también sabemos
que no es la única alternativa posible, es el que nuestra cultura y nuestro tiempo
nos permiten visualizar con suciente grado de abilidad y factibilidad. No es, por
tanto, ni una utopía, porque es posible, realmente posible, es factible; ni es un riesgo
para la humanidad, porque propone una forma de reproducción de la vida humana
inteligente, prudente y sostenible.
Hay alternativa. Aún la hay.
Esa alternativa ha de indicar, al menos, dos dimensiones para comenzar a
darle, en primer lugar, sentido y realización después:
Perspectivas del Desarrollo Perspectivas del Desarrollo
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Año 5/No 1/ Marzo, 2019
ISSN: 2414-8903 Línea
DONDE BUSCAR LA IDENTIDAD DE UN PUEBLO
-Una tiene que ver con el criterio que debe informar nuestro nuevo
metabolismo, esa nueva coordinación de la división mundial del trabajo mediante
la que reproduciremos nuestros medios de vida para todos sin esquilmar el medio
natural vital. El criterio que oriente esa nueva forma de coordinación no puede ser ni
la ganancia ni el crecimiento, por lo que no será el mercado de la competencia a quien
habrá que conar nuestro destino, sino a la acción política que privilegia la vida.
-La otra tiene que ver con la estructura socio-política que ha de orientar,
impulsar, recoger y conservar los frutos de esa nueva forma de metabolismo. Porque
ese nuevo mundo ha de ir terrenalizándose humanamente allí donde el “todos los
seres humanos” se hace real y donde su misma estructura dispone de los sucientes
resortes de poder para realizar el cambio de tendencia: para subordinar (que no anular)
las fuerzas hasta ahora dominantes del capitalismo (la ley del valor) y garantizar de
la mejor manera posible su sostenibilidad.
Y ahí, en ese espacio de esperanza, reaparece la denición que de la ciudad
diera Aristóteles, para recordarnos que disponemos la estructura capaz de conseguirnos
esto que aquí aún añoramos:
«Y así, [la ciudad], habiendo comenzado a existir simplemente para defender
la vida, existe ahora para atender a una vida buena».
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Creemos saber también que, por el momento, para disponer de la estructura
sociopolítica capaz de tal propósito, no hay otro “lugar” más idóneo que el sistema
multidimensional e institucional del Espacio Público cual núcleo constituyente del
Estado democrático de derecho que ha interiorizado los Derechos Humanos.
15
Es ahí,
en ese espacio público donde pueden encontrar refugio todas las diferencias. Es ahí,
en el espacio público multidimensional, donde el Estado democrático de derecho ha
de reconocer e incorporar como iguales todas las diferencias culturales y étnicas para
que nadie se quede fuera: para quetodos sientan que están en casa y nadie quiera irse
por falta de cobertura y reconocimiento.
14-Aristóteles: Política,1252b-1253a.
15-Es el Estado democrático de derecho el que puede frenar, que no abortar, el actual camino del
capitalismo para evitar la catástrofe. Frenar, moderar, ponerle riendas al capitalismo, sin dejar por ello
que siga siendo capitalista el mundo, porque no se pueden parar los motores del avión en pleno vuelo
sin estrellarnos. Y el Estado democrático de derecho que respeta los Derechos Humanos no lo puede
hacer legítimamente sino desde la única instancia que le da sentido y legitimidad: el ámbito común a
todos los ciudadanos, el espacio público multidimensional incluyente. En nombre del espacio público,
porque es el lugar institucional donde deben estar todos y donde debe estar siempre explícitamente la
relación no destructora con la Tierra.
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ISSN: 2414-8903 Línea
Augusto Serrano López
Finalmente:
-Podemos pensar mundos de lo más estrambótico y bizarro (ya lo han hecho
escritores como Aldous Huxley o George Orwell). Podemos, además, pensar las más
extrañas formas de sostenibilidad (acabando periódicamente con la gente que “sobra
y es amenaza”, generalmente los pobres y los rebeldes), claro que llamarle a esto
mundo humano no parecería muy apropiado. Pero, si pensamos en grande, en el
largo plazo y, para que la propuesta sea la de un mundo humano, combinamos solo
tres elementos: 1) conservación de la vida humana de todos (no hay ninguna razón
suciente que no sea una sinrazón caprichosa y criminal para excluir a alguien; b)
bienestar humano para todos sin que ello signique eliminación de toda diferencia y
c) cuidado de la madre Tierra, entonces aparecen unas formas de vida viables y otras
no. La que actualmente se ha globalizado no es viable.
-Por eso, la cuestión (de las cuestiones) no es ser o no ser, como decía Hamlet,
sino estar o no estar: estar vivo primero y estar disfrutando de los medios de vida
que hay y que se producen: esa es la inclusión de la que hablamos aquí. Todo lo
demás, vendrá, si lo logramos, como añadidura, para que el estar no sea simple
estar vivo (porque así la vida no vale la pena vivirla), sino, además, vivir bien. Por
tanto, estar ahí (principio de conservación de la vida) y luego vivir bien (principio
de transformación otro (mejorar la vida de todos): he ahí la senda del desarrollo
propia y de la vida hacia su desarrollo). De lo uno (de defender la vida de todos) a lo
diferencialmente humano. Por eso, es ahí, en esa senda, ponderando la hechura de
la senda: su sentido (la reproducción de la vida), su cobertura (que estén todos), la
forma de lograrlo ( con una coordinación de la división del trabajo que no tiene como
único criterio ni la ganancia ni el crecimiento)
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y su calidad (satisfacción de las
necesidades y despliegue de las potencialidades de todos) donde podremos identicar
y ponderar los auténticos indicadores de desarrollo humano: el grado de desarrollo
humano alcanzado por una sociedad.
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Identiquémonos en la tarea de logar esa patria en la que estemos todos. Que
decir “soy catracho” no sea una bravuconada, sino el lema que impulsa a construir el
futuro en convivencia pacíca y en justicia social.
En San Juan de Alicante, España.
16-Véase: Hinkelammert/Mora: Condiciones iniciales para una política de desarrollo y del medio
ambiente. en Grupo de Pensamiento Crítico http://pensamientocritico.info/
17- Véase: A.Serrano/A. Stein: Reconstruyendo la ciudad: el espacio público como lugar de simetría,
diálogo y trascendencia. Publicaciones Universidad Alicante/Tegucigalpa. 2019.